El movimiento, esa maravilla de la naturaleza, nos permite interactuar con el mundo, y hace concretos los contenidos del pensamiento. Cuando el niño nace sólo mueve sus cuatro extremidades de manera asincrónica y no es capaz de sostener su cabeza que alberga un cerebro muy desarrollado para su cuerpo.
.
Con el paso de los meses, y de manera mucho más lenta que otras especies de la escala evolutiva, los movimientos se hacen precisos y con un fin: el uso de las manos, el gateo y más adelante caminar. Estas destrezas surgen de manera espontánea en unos niños antes que en otros.